A todas: Criskti, Crispi, Lucia, Carol, Rea, Beid, Nina, Queen A... OS ECHARÉ DE MENOOOS!!
El capítulo es larguito para recompensaros, las que aún no habéis salido en la historia tranquilas, todas tendréis vuestro personajeee!! ;)
Bueno besooos a todaas y hasta prontooo!! (Voy a llorar)
Abro la puerta delicadamente y una vez dentro la cierro sin hacer ruido. La habitación es totalmente blanca y de una única ventana entra luz. Hay dos camas pero solamente una está ocupada. Es Joel, que mira distraído por la ventana.
-Buenas- digo tímidamente por miedo a molestar. Joel se gira poco a poco y me dedica una sonrisa.
-Eh, ¿cómo estás?
-Eso tendría que preguntártelo yo- le digo devolviéndole la sonrisa.
-Acostúmbrate, aquí la gente siempre se preocupará antes por ti que por ellos mismos.
-Pues no lo entiendo. No se por qué dais la vida por mi.
-Nadia, estamos entrenados para protegerte y dar más importáncia a tu vida que a la nuestra.
-Pero mira como has acabado. Y todo por mi estúpida sangre.
-La sangre no es lo importante. Lo importante es que tu y tu familia no sufráis daños. Se que te está costando mucho, yo te comprendo, entiendo que sufras, pero has de ser fuerte y seguir adelante. Eres especial y por eso estamos aquí, para protegerte. Tienes a tu familia, a toda una organización y me tienes a mi. Puedes contar conmigo para lo que quieras- ya he vivido este momento, hace tiempo. Pero ahora veo que no lo decía por mi deprimente trabajo escolar, también lo decía para que en el momento en el que descubriera todo, tuviese a alguién con el que contar.
-Gracias Joel. Y lo siento, lo siento muchísimo.
-Tranquila Nadia- me acreco y le abrazo, aunque el apenas puede mover los brazos- Bueno, ¿has comenzado tu entrenamiento, no?
-Sí, pronto tendré la licencia de pistola.
-Uy, miedo me da.
-¡Oye!- Joel se rie y yo hago como que me enfado- tu también tienes que ponerte con el entrenamiento, a ver si pronto estás tocando esa música que tanto te gusta con el piano.
-¿Te refieres a la clásica?
-Ajá.
-Bueno, por lo menos a mi no me gusta música que provoca dolor de oídos- nos reímos otra vez. Alguién toca a la puerta y pasa. Es un hombre bajo y regordete. Su blanca cabellera está revuelta y despeinada. Su barba, enblanquecida por la edad, tiene bastante longitud y unas gafas grandes y negras provocan que sus ojos sean enormes. Todo esto le da un aspecto de chiflado. Sobre su bata blanca hay escrito: Dr Aurelius.
-Pero bueno Joel, se encuentra muchísimo mejor- dice
-Sí, la verdas es que sí.
-Y dime hijo ¿tienes hambre? Sí, pues claro ¿cómo no va a tener hambre? ¡Que venga un enfermera! ¡Y que traiga comida!- Enseguida llega una chica de cabellos rubios con lo que parece una sopa de verduras, repito, parece- ¿Pero que es eso? ¿Bazofia? ¡¡Hazme el favor de traerle un buen chuletón de ternera con patatas!! ¡Que al final el pobre nos va a empeorar!- Joel y yo no paramos de reírnos. Entonces él repara en mi, levanta una de sus gruesudas cejas y la vuelve a bajar- Tú eres la señorita García, ¿cierto? Claro que sí, eres igualita a tu padre, que buen hombre que era... Bueno yo soy el doctor Aurelius, médico, químico fisicotécnico.
-A mi me puedes llamar Nadia em... estudiante- la enfermera vuelve y un olor a ternera y patatas inuna la habitación. Se sienta al lado de Joel y comienza a darle la comida.
-Eso si es comida- dice el Doctor.
-Esto es vergonzoso- replica Joel entre bocado y bocado.
-Ya verás como haciendo los ejercicios que te tengo preparado volverás a recuperar mobilidad. Además te tengo preparada una sorpresa que seguro que te encantará.
-Todas tus sorpresas me encantan.
-Bueno Nadia, ya que estás aquí vayamos a hablar.
-Claro, hasta luego Joel.
-Hasta luego- en su mirada veo tristeza. Pobre, lo tiene que estar pasando fatal, ha perdido la mobilidad de los hombros para bajo. Y encima siendo músico. Entonces recuerdo el regalo que le había traído. De mi bolso saco un CD y lo meto en un pequeño radiocaset encima de su mesita de noche. Le aprieto al play y una melodia a piano comienza a sonar.
-Alé, música clásica para mi profe favorito.
-Mozart... Muchas gracias Nadia.
-A ti- me acerco a él, nos damos dos besos y me voy con el Doctor barbudo.
-¿Cómo llevas todo esto?
-Bueno, me está costando un poco...
-Lo normal. Bien, te voy a llevar al área de tu caso- nos metemos en un ascensor y el aprieta al botón 6 (Planta de casos) pero también necesita girar una llave. El ascensor nos lleva a una sala con unos ascensores distintos, están enganchados al techo. El Doctor aprieta un botón y uno de ellos baja. Ya dentro aprieta a uno de los muchos botones con números que hay- El número de tu caso es el 114.
-¿Tantos casos hay?
-Y muchos más hija, y muchos más- le voy a contestar cuando el ascensor se pone en marcha a tanta velocidad que me tengo que agarrar a una de las barras que gracias a Dios hay. Este ascensor se mueve en horizontal y en unos segundos llegamos y baja para dejarnos en nuestro destino. Una puerta metálica se alza ante nosotros. Él la empuja y abre las puertas provocando un estallido contra las paredes. Sin embargo nadie del interior parece darse cuenta. Decenas de personas se mueven de un lado a otro. Hay un montón de mesas con sus respectivos ordenadores encima. Pero lo que más llama la atención es la gran pantalla en el centro rodeada de otras pantallas más pequeñas y distintas máquinas que producen luces de diferentes colores. Y en esa pantalla tan grande aparece una chica, que no es ni más ni menos que yo.
-Bienvenida al área 114, tu área.
-¡Doctor Aurelius! Menos mal que le veo, tenemos muchas cosas de las que hablar...
-Claro que sí Lucía, mañana hablaremos de todo lo que quieras hablar, de acuerdo.
-Pero, pero...
-Pero nada. Nadia, te prsento a Lucía, mi secretaria.
-Encantada Lucía es un placer...
-El placer es mio- dice cortándome- es un honor para mi conocerte, que... que sepas que todos trabajamos por su seguridad y lo hacemos con orgullo, con mucho orgullo- la pobre está nerviosa ¿Pero por qué? Tiene el pelo castaño y le llega por los hombres. Tiene unas gafas de pasta que favorecen a sus ojos verdes. Es mona. Al final le doy dos besos que les vienen con sorpresa. Se sube las gafas con un dedo y sonríe.
-Bueno Lucía, ¿le enseñas este sitio?
-Claro, seguirme.
-¿Por qué se pone tan nerviosa?- le susurro al Doctor.
-Aquí por decirlo de alguna manera, eres famosa- caminamos hasta la pantalla gigante donde sale mi imagen.
-Esto es el núcleo del área, aparece toda tú información en el momento- una chica pelirroja teclea en varios ordenadores a la vez- esta es Beid, controla el núcleo.
-Hola Beid.
-Buenas- dice sin mirarme.
-La conocerás mejor más tarde, ahora está muy ocupada.
-Sí, ya veo.
-Bueno, hay algo que tienes que ver, bueno en realidad todos queremos verlo. Es tu despacho.
-¿Mi despacho?
-Sí, lo preparó para ti tu padre- caminamos durante unos minutos hasta que llegamos aún pasillo lleno de salas. Al final hay una puerta de color azul celeste con un pequeño teclado- Para entrar hay que introducir una clave, nadie sabe cómo es por dentro. Tu padre dijo que la sabrías. -¿Qué la sabría? ¿Cómo la voy a saber? Inconscientemente me llevo la mano al colgante que mi madre me regaló. Lo abro y contemplo la imagen de mi familia poco antes de que él muriera. Escrito en dorado pone: ``Siempre familia´´. Sin pensarlo dos veces introduzco esa misma frase y la puerta se abre.